Verdes
prados se extienden en todas direcciones
mariposas
volando
y
grillos invisibles que se hacen notar
con
su canto continuo.
Las
vacas en los prados paciendo silenciosas
algún
perro ladrando, algún hombre gritando
a
la yunta de bueyes.
Senderos
que se pierden entre los verdes prados
o
que desaparecen al llegar a una aldea
reapareciendo
luego, un poco más allá…
En los bordes zarzales cubiertos de razimos
En los bordes zarzales cubiertos de razimos
de moras que relucen, incitando al que pasa
Por
un sendero de estos camina una muchacha
despacio
y en silencio, apenas se distingue
del
ambiente sereno de aquel bello lugar.
Al
borde del abismo del gran acantilado
se
sienta comedida y se deja acunar
por la brisa marina que juega con sus trenzas.
El
sol de la mañana la acaricia con mimo
el
ruido de las olas la invita a meditar.
Allá
en el horizonte un barquito navega
con
velas desplegadas,
hacia
el Nordeste va.
Se
siente la cuitada muy fuertemente atada
a
los campos tan tiernos
al
mar embravecido
a
la luz del lugar
a
los ruidos comunes que surgen del conjunto
el
fragor de las olas
el
mugir de las vacas
el
correr del riachuelo
las
voces del labriego
y
el ladrar de un can.
Y
piensa con tristeza
en
el mañana próximo
que
la verá partir para tierras distintas
con
otros ruidos, con otra luz
con
otra gente que no la entenderá
.
Los
pies sobre la tierra que acompaño en su día
su
venida a este mundo
la
tierra de sus padres, la que los vio crecer
la
tierra de todos, de todos sus ancestros
la
tierra que la ata con lazos invisibles
pero
mucho más fuertes que el acero templado
La
mitad de su vida daría por quedarse
por
poder instalarse para siempre en ella.
pero
no ve la forma de hacerlo sin penar
Esta
tierra querida
no
tiene para ella ni un humilde rincón
no
hay alternativa por que poder optar.
……………………..
Mira
otra vez el cielo
mira
el verde horizonte
se
le escapa una lágrima
y
un sollozo quizás